El ambiente estaba tenso en el Parque Naciones Unidas del paraíso. Marinos de Anzoátegui y Cocodrilos de Caracas estaban empatados a 79 puntos con sólo segundos segundos en el reloj. El balón lo tenía el equipo oriental.
Luego de una serie de rebotes debajo del aro caraquista, uno de los árbitros pitó un foul a Luis Bethelmi a falta de 1.6 segundos.
Como siempre, los desadaptados salieron a relucir. Lluvia de vasos y hasta una botella de vidrio cayeron sobre el tabloncillo.
Uno de los objetos que lanzaron golpeó a Gregory Vargas, jugador de Marinos, cerca del ojo.
¿Hasta cuándo vamos a seguir con esto?
Vargas, miembro de la selección nacional, por cierto, no es el único jugador, miembro de cuerpo técnico o árbitro que ha sufrido de esto en los últimos años.
La LPB debería sancionar con más rigor a los estadios que se vean involucrados en fallas como estas.
En el pasado se ha intentado apaciguar al público con campañas, la figura de la falta técnica al público, etc., pero evidentemente, no ha funcionado del todo.
Es hora de que se empiece a castigar con partidos a puerta cerrada para aquellos estadios en donde se presenten estas situaciones.
No aprenden por las buenas, pues que traten por las malas.
Están alejando a las familias de los estadios de basket profesional.
Venezuela albergará el Premundial de basquet en agosto. ¿Se imaginan que pase algo parecido a esto durante esa competición?
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